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UN DÍA DE "MÁSCARAS"

Después de ver  en internet un corto metraje titulado “el valor de una sonrisa”  me di cuenta de que nos han hecho creer que  lo “normal” es lucir serios y  algo amargados  para la foto  del pasaporte. “No todo lo común es normal”, entonces, ¿por qué debemos lucir de una manera lúgubre en  los documentos oficiales? Si  cambiamos nuestras formas de  presentarnos en comunidad, cambiará la opinión que  la gente tiene sobre  nosotros.  Por lo tanto, nuestra mascara debe tener una buena dosis de sonrisas y  el firme propósito de compartir  nuestro  estado de ánimo. ¿Será  un exceso de positivismo? No. Aunque  en la vida haya situaciones adversas, en nuestro papel de comunicadores debemos generar mensajes  que cumplan  su objetivo en la medida justa, en términos de un resultado favorable.

El tiempo es el gran maestro y gracias a él, comprendí que nuestra cara necesita retoques sociales. No podemos lucir  el mismo rostro siempre; debemos adecuarlo a las situaciones y las personas, en procura de lograr su  mejor efecto. se trata de  lo que  denomino "las máscaras sociales".



La primera lección que tuve con mi  hija sobre las “máscaras” fue  cuando ella tenía seis años.  Era el primer día de clases; yo tenía una incapacidad  médica debido  a una disfonía, pero sabía que no podía faltar porque se trataba de la primera impresión que tendrían de mi los estudiantes: una persona impuntual. Nada agradable para empezar una relación pedagógica. Como no tenía con quien dejarla, decidí ir con ella a la universidad, llegamos 20 minutos antes. Mientras observaba a los estudiantes que  esperaban a fuera para conocer a su nuevo profesor,  podía pasar desapercibido, así que le dije a la niña: “Mami, cuando entré a ese salón, voy a quitarme la máscara de papá y me pondré una máscara de profesor. Por favor, no me hables durante la clase. Tienes un cuaderno para colorear, así que puedes entretenerte un buen ratico sola”.

Entramos al salón, sonreí  y  les dije: “ Les presento a mi asistente, pero no se preocupen por ella que tiene una tarea pendiente”. Mientras hablaba sobre el contenido del curso, miraba disimuladamente a la niña, sentada en  mi escritorio. Ella se veía muy concentrada, tranquila. Cuando terminé la presentación y me despedí, la pequeña se acercó y me pregunto: ¿Ya te pusiste la máscara de papá para mostrarte lo que dibujé? Confieso que tuve un mar de emociones, pero entendí que ese día  había crecido  más en su preparación para el mundo real. Desde ese entonces, ha conocido  a su padre desde  diferentes máscaras sociales, pero siempre tienen  un  factor común: los tres milímetros de sonrisa. 

.  ¿Sabes  cuáles son las máscaras sociales que  presentas en tus diferentes situaciones? Son varias  y totalmente diferentes. ¿Cuándo fue la última vez que  las retocaste?  ¿A cuáles máscaras les deberías dar prioridad? Pensar en nuestras máscaras sociales significa prepararnos para el éxito comunicativo. Planear nuestros encuentros sociales necesitarán   más práctica y dedicación; la mayoría de nuestras interacciones sociales  diarias no son causales y aún, siempre debemos causar la mejor impresión. En la  práctica , la vida real,  nunca habrá ensayo y error; por el  contrario, siempre habrá ensayo y comunicación.

Empieza desde hoy  a emplear en todas las máscaras una pequeña dosis de sonrisas. No importa que sea pequeña, porque quienes la recibirán  se encargarán  que  aumenten  en tu vida.




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